Las disertaciones sobre la evolución histórica de la música electrónica cierran el Artec 07

CULTURA

22 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Está claro: al público que demanda música electrónica, le gusta escuchar y bailar, no disertar sobre ello. Así lo indicaban las ¡cinco personas! que el jueves aguardaban en el salón de actos de la Fundación Luis Seoane de A Coruña la comparecencia de Willem Ruiz. El venezolano, un especialista en la materia, ofrecía una ponencia encuadrada en la última jornada del festival Artec. Paradójicamente consideraba este hecho una contradicción: «La música es acción, no reflexión, especialmente la electrónica, que necesita el club, el volumen y la participación de la gente».

Desafiando el concepto y el escaso público (luego se sumarían hasta una quincena), Ruiz trazó una semblanza histórica de la música electrónica desde sus orígenes en los años cincuenta hasta la actualidad. Así habló del secuenciador de Raymond Scott y del arrojo de John Cage cuando creó 4,33 (una pieza muda donde lo importante era el ruido que provocaba el público); de la trascendental importancia de los ahora reivindicados sintetizadores Moog, la irrupción de la música disco o el despliegue pop de Kraftwerk, «los padrinos de la música electrónica como concepto».

A partir de ese momento, a mediados de los 70, según Ruiz hubo un cambio fundamental que caracteriza en gran medida: «La música pasa a ser una textura a la que se le manipula el tono para provocar una reacción en la gente». Con esa mentalidad se sucederían dos grandes epicentros electrónicos, Chicago y Detroit, convirtiéndose «en la música perfecta para el abandono del fin de semana».

De la variedad a la parálisis

Tras el Verano del amor del 88 - «jamás volvería a darse tanta frescura», opinaba el conferenciante-, llegaron los años noventa. «Europa se convirtió en un campo de batalla de raves y la música se agarró a los conceptos de diseño, anonimato y participación». A nivel creativo no hubo parangón: «Cada día surgía un estilo diferente que tendía a lo más rápido, lo más agresivo».

Ahí es donde surge el gran interrogante: ¿Existe la posibilidad de que la electrónica avance? Según Ruiz parece que no: «El nuevo milenio no ha deparado nada más que la revisión de lo antiguo. Se ha agotado ese ciclo de 30 años en el que algo sale del underground y se asienta como oficial. El hecho de que estemos aquí, charlando en un centro de arte contemporáneo y no en un oscuro sótano bailando, creo que es suficientemente clarificador del momento».