El largo viaje del himno

Ángel Varela

CULTURA

Las últimas polémicas que ha suscitado la propuesta de enseñar los versos de Eduardo Pondal en las escuelas han puesto de actualidad una composición que antes de convertirse en la melodía oficial del país pasó por muchos avatares

03 sep 2007 . Actualizado a las 11:19 h.

Cualquiera que haya escuchado las últimas polémicas sobre el himno gallego podría pensar que su adopción vino precedida de unas señales divinas que inequívocamente señalaron que Os Pinos debería ser la melodía que sirviese de santo y seña para el país. Es lo que tienen los símbolos, que históricamente se ha discutido, peleado e incluso matado por ellos. Sin embargo, más allá de las polémicas sobre si el himno debe ser cantado en las escuelas o si interpretarlo en clave flamenca en el Parlamento es una afrenta insoportable, los orígenes de la canción y la letra que han sido incluidos en la Lei de Símbolos de 1984 junto con la bandera y el escudo son mucho más prosaicos que la solemnidad e importancia que muchos quieren otorgarle.

Cuando había varios himnos gallegos

La primera sorpresa cuando uno bucea en la historia de Os Pinos es que a finales del siglo XIX existían varias canciones que se postulaban como melodía oficial del país. Así, existía un denominado Himno Galego compuesto de una letra del médico y periodista Andrés Muruais y música del compositor pontevedrés Felipe Paz Carbajal. Otro ejemplo fue el Hino popular regional, compuesto en 1893 por el escritor Galo Salinas y el músico Varela Silvari. Durante esa misma época ?hay que tener en cuenta que el movimiento literario del romanticismo había significado un aumento del interés por la cultura propia de cada país? también surgió otro intento de establecer una melodía oficial por parte de Luis Taibo, que arregló musicalmente un texto de Alfredo Brañas titulado Casta dos celtas. En fin, que antes de que Os Pinos llegase a ser considerado como uno de los elementos identitarios de Galicia, muchos gallegos cantaron otras melodías y pronunciaron otras letras que servían igualmente de himno.

La llegada de Os Pinos a la categoría de oficial fue un proceso de años, en el que, además del compositor Pascual Veiga y el letrista Eduardo Pondal, intervino la figura de Xosé Fontenla Leal, un galeguista criado en Cuba que también fue impulsor de instituciones tan fundamentales en la cultura como la Real Academia Galega.

UN CONCURSO PARA ENCONTRAR HIMNO

Los historiadores indican que la fecha de la composición de la música del himno de Veiga y Pondal se establece en 1890 con motivo de la celebración el 30 de agosto de un certamen musical en A Coruña, el más importante celebrado en Galicia hasta esa fecha. Dentro de los cinco premios de composición que tenía el concurso, Veiga, organizador del festival junto con la directiva del Orfeón Coruñés, introduce un galardón al autor de la Mejor Marcha Regional Gallega a partir del texto de Pondal Os Pinos. Años antes, Veiga ya había intentado definir una melodía oficial, ya que en 1884 había organizado otro concurso para encontrar la mejor Cantata de Galicia. Cinco años después Veiga seguía teniendo entre ceja y ceja la idea del himno, e invita a otro ilustre músico como era Juan Montes para que juntos creasen la canción que sirviese de identidad sonora al país. Sin embargo, la idea no acaba de concretarse y en marzo de 1890 escribe a Pondal para que le envíe una letra adecuada para ese objetivo artístico. El poeta envía desde su Ponteceso natal la poesía, que luego Veiga revisará para ajustar su acentuación a la música. Ahí comenzó a fraguarse la oficialidad de Os Pinos, aunque todavía habrían de pasar muchos años para que se considerase como el himno gallego.

Un catalán como autor de la música

A pesar de que todo el trabajo artístico de Veiga estaba dirigido a la consecución de un himno hecho por gallegos, la casualidad pudo provocar que el autor de la melodía oficial del país fuese catalán, puesto que el ganador del certamen musical que Veiga había organizado en A Coruña había sido Ivor Gotós, un músico catalán cuya melodía fue elegida por un jurado compuesto por músicos extranjeros presidido por el francés Laurent de Rillé. Gotós venció a otros nueve aspirantes a vestir con su música los versos de Pondal. Pascual Veiga no pudo presentarse, debido a que era el organizador del acto. Finalmente la partitura de Gotós nunca fue ejecutada en directo, y fue Pascual Veiga el autor definitivo del himno gallego.

Cuba, la patria chica de «Os Pinos»

Cuba, a través de Xosé Fontenla Leal, fue la patria chica del himno gallego. Veiga no llegó a ver su composición elevada a los altares oficiales, pero el ferrolano emigrado en Cuba dio el primer paso hacia la instalación de Os Pinos en la memoria colectiva de Galicia. Con motivo de honrar al compositor tras su muerte en 1906, al año siguiente Fontenla organizó un concierto en el Teatro Nacional del Centro Galego de La Habana, una audición que se ha tomado como base histórica oficial para el centenario que ahora se está celebrando. Allí viajará Touriño como presidente de la Xunta para celebrar los cien años de un himno pensado para unir al país, no para dividirlo.