El conductor del atropello mortal en Carral niega que fuera bebido

Dolores Vázquez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los agentes rechazan en el juicio la versión de una posible somnolencia

03 mar 2011 . Actualizado a las 11:56 h.

«Me quedé dormido». Esa fue la confesión que realizó ayer Carlos Jesús C.?L., el hombre que atropelló mortalmente a un adolescente en Carral, el 17 de febrero del 2007, en el juicio en el que compareció acusado de los delitos de homicidio imprudente, omisión del deber de socorro y contra la seguridad del tráfico.

En una declaración entrecortada por la emoción aseguró, en contra de lo que había declarado el día del suceso a la Guardia Civil, que no iba bebido, y justificó que diera un resultado positivo, tras ser localizado dos horas después del accidente, a que había estado tomando whisky tras el suceso. «Quería cualquier castigo para mí, me daba igual», indicó para echar por tierra aquella declaración en la que había reconocido que había tomado cinco cervezas y dos cubatas de ron antes de salirse en una curva de la N-550 y arrollar a Pablo Doldán, de 15 años. «Pensé que tenía que matarme y como no soy valiente me tuve que emborrachar, pero en la cárcel tampoco fui capaz», dijo.

Su declaración no varió la petición de la fiscal que solicita para Carlos Jesús C.?L., cinco años de cárcel, como la acusación particular. El letrado de la familia del joven fallecido, Arangüena Sande, reclamó pena de cárcel para lo que calificó como una «pandemia», los accidentes mortales debido al consumo de alcohol, cometidos por lo que denominó como eternos post-adolescentes.

Las declaraciones de los agentes de la Guardia Civil fueron contundentes y ambos calificaron de improbable que el atropello se debiera a una somnolencia y consideraron más probable la ingesta de alcohol, por cuando si el coche no llevaba una gran velocidad, como se indicó, alguien en plenas facultades hubiera evitado el impacto.

Los amigos del fallecido relataron que el acusado se marchó rápido del lugar de los hechos, sin esperar a la ambulancia, ni comprobar si vivía. Su defensa, ejercida por Jesús Lamelas, aseguró que su marcha no se puede equiparar a una fuga y que la imprudencia cometida por su defendido era más achacable al cansancio que al alcohol.