«No es política, es supervivencia»

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

La ausencia institucional de la Cámara en la concentración generó numerosas críticas e indignación entre los asistentes. «Solo nos quieren para pagar», se quejan

26 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El día D del pequeño comercio coruñés arrancó con el primer atisbo de autocrítica del gobierno local. La concejala de Hacienda, Carmen Marón, dijo por la mañana en Radio Voz que «quizá nos ha faltado un poco de sensibilidad» con el sector.

Pero las buenas palabras no menguaron el malestar de los comerciantes, que quisieron dejar claro desde el principio que tras su movilización no había ni un atisbo de intención política. «Nosotros no entendemos de política, sino de cajas registradoras», avisó Miguel Agromayor en su discurso. «No es política, es supervivencia», replicó uno de los asistentes a la concentración en una frase que luego repitió el propio presidente de los comerciantes.

Pero no todo fueron buenas palabras. Además de al gobierno local, los asistentes a la marcha echaron de menos a la Cámara de Comercio. «Hoy tengo que decir que no me siento representado por esa institución», dijo con evidente tristeza Miguel Agromayor, que además es miembro del plenario del ente cameral. «Solo nos quieren para que paguemos para luego irse de viaje con nuestro dinero», denunciaba bastante más irritado otro de los componentes de la comitiva oficial.

Pero la marcha de protesta fue absolutamente pacífica. No hubo ni siquiera incidencias de tráfico. «Es que estos actos no nos gustan ni somos proclives a ellos», dijo Agromayor al inicio de su alocución.

Por la calle Real y Riego de Agua, la movilización no tenía ni pancarta. Solo algún cartel en el que se daba cuenta de los asistentes o alguna frase más o menos hiriente con la actitud del gobierno local. La caminata estuvo amenizada por un sonoro concierto de silbatos y una reiterativa batucada de un grupo de tamborileros que acompañaba a la brigada verde formada por los hosteleros, equipados con camisetas de color lechuga. «Han cerrado hasta los chinos y la tienda de El Corte Inglés», comentaban unos comerciantes.

Improvisada megafonía

En la plaza de María Pita, la improvisada megafonía para el discurso, apenas un altavoz, hacía lo posible para ordenar la ubicación de los miles de manifestantes que asistían a la concentración. No había luz para iluminar el discurso, por lo que Miguel Agromayor tuvo que retrasar el emplazamiento del micrófono hasta la altura de uno de los focos que iluminan la estatua de la heroína. Allí, con el apoyo de un par de colaboradores, tuvo que dejarse las pestañas para conseguir leer el discurso preparado. No faltaron las críticas al Plan E, al gobierno local y a los atascos de la avenida de Alfonso Molina. Tampoco se le olvidó pedir algo de manga ancha para la doble fila «de unos minutos». Y, sobre todo, se mantuvo firme en la denuncia de los problemas que, a su juicio, ponen en peligro la existencia del comercio tradicional. «Nos han convertido en una urbe periférica, con las grandes superficies en las afueras», se lamentaba otro de los asistentes que aseguraba que el sector «ha llegado ya a una situación límite».

Mientras, Miguel Agromayor, agotado por el esfuerzo de los últimos días, recibía la felicitación de decenas de personas, les daba las gracias con humildad y repetía una letanía repleta de esperanza: «No quiero pasar a la historia por ser el primer presidente de los comerciantes que convocó una huelga, sino por conseguir que esta movilización sirva para algo».

A pocos metros, el portavoz del PP, Carlos Negreira, justificaba la reacción de los movilizados. «Los comerciantes son gente de paz, pero se les ha colmado el vaso de la paciencia por la falta de sensibilidad de socialistas y nacionalistas, y por el favoritismo hacia las grandes superficies mientras a ellos se les ha dado la espalda año tras año», denunciaba el edil popular mientras por la megafonía atronaba la habanera Vivir en La Coruña . En la plaza, los hosteleros completaban la jornada reivindicativa depositando decenas de botellas vacías como símbolo de lucha contra el botellón y los más entusiastas gritaban a pleno pulmón «Coruña unida jamás será vencida».