En busca del chollo perdido

Javier Becerra
Javier Becerra A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Las primeras 48 horas de rebajas han creado el zigzag emocional de siempre: alegría cuando se compra y frustración cuando no queda más dinero para seguir gastando

03 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Pocas cosas existen que ejemplifiquen mejor la felicidad juvenil que la imagen de una adolescente con un montón de bolsas después de una tarde de compras. Y si estas fueron en rebajas, con el plus de alegría de haber sacado un buen precio, mejor. Hablamos de chicas, porque son mayoría aplastante en las calles y centros comerciales estos días. Los chicos, poco a poco, se incorporan al ritual de las rebajas, ese carrusel de emociones basadas en dos principios: comprar mucho y gastar poco.

Ángeles Corral camina por la calle Real con dos bolsas y cuatro cajas. Tres son de calzado para su hija. Una para ella. ¿Alguna ganga? «Bueno, eché una ojeadita por ahí y me encontré estas sandalias por 10 euros», indica mientras muestra la etiqueta que certifica que antes costaban exactamente el doble. Pero la cosa no se quedará aquí: «Ahora voy a por un bolso al que ya le tengo echado el ojo».

Más despistada está Susana Pérez. «No tenía absolutamente nada en mente, ni siquiera sabía que estábamos en rebajas». Ello no ha impedido que haya generado varios movimientos en la tarjeta: «Me compré vestidos, camisetas y zapatos. Gasté unos 200 euros», dice con una risa que delata que sabe que ha gastado más de lo que debía. «Ahora paro porque ya no tengo más»; sigue sin borrar la sonrisa del rostro.

También las hay que bajan a la calle con intención de ir de rebajas pero terminan esquivándolas. Elena Pedregal explica en la calle Torreiro que compró «alguna cosilla», pero lo que a ella le gusta es «lo de temporada, que es mucho más bonito, te lo ponen justo delante y al final picas». Su amiga, Alba Pérez, no cayó en esa tentación. Los 80 euros que llevaba en el bolsillo terminaron en una chaqueta y varias camisetas. «Mira, esta valía 25 y la saqué por 10», dice orgullosa cuando le quedan solamente 10 euros. «Vamos a tomar algo y, luego, decido si me los gasto o no», dice.

Grupos de compra

En rebajas los hay solitarios y los hay que van en pareja, pero lo que más abundan son las pandillas de amigas. En ellas a veces se entremezclan madres e hijas. Por ejemplo, Lucrecia Otero y Carla Denise. La madre ya tiene el saldo agotado: «Con una sola compra ya superé esa media que dicen que tiene cada persona en rebajas, la de los 58 euros». Y eso que su compra pasó de 120 a 60 euros. A su hija le pasó lo mismo. Y a la amiga, Sonia Lorenzo, aún le restan 18 euros: «Esta camisa pasó de 39,90 a 27,90 euros».

«Hay que venir al principio porque si no ya no encuentras nada de lo que quieres», asegura Sonia. «Ahora solo queda mirar para cuando haya más dinero», continúa Lucrecia, lamentándose del gasto.

Y aunque los hombres sean excepción, haberlos haylos. Y gastan lo suyo. Francisco Cerviño viene de desembolsar 240 euros en un traje. «Es para el trabajo. Se me estropeó uno y he esperado a que empezaran las rebajas para lograr un mejor precio. En la tienda me hicieron un 40% en la chaqueta; en el pantalón, no sé cuál era el precio antiguo», explica.