El coruñés José Juan Sánchez será ordenado hoy sacerdote en Roma

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A CORUÑA

08 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A las cuatro de la tarde hoy, en la basílica de San Eugenio de Roma, el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, ordenará a 32 sacerdotes procedentes de 13 países distintos; entre los nuevos curas está el coruñés José Juan Sánchez González-Dans, de 42 años de edad. Antes de iniciar en Roma sus estudios previos a la ordenación había cursado Empresariales y llevó a cabo diversos trabajos en el mundo de la empresa y de la educación.

Desde la capital italiana rememoraba algunas etapas de su vida: «Recibí mucha ayuda en la asociación Rueiro, que frecuenté desde pequeño, donde se me ayudada a hacer eso que ya había aprendido en mi familia, como era divertirme con los demás, estudiar y rezar, haciendo todo esto con una unidad de vida, como un hijo de Dios».

Varios hermanos del nuevo sacerdote trabajan en la ciudad, donde también vive su madre, María Rosa González-Dans. A la hora evocar sus vivencias coruñesas, José Juan Sánchez alude a los recuerdos infantiles: «Me sorprendía, siendo niño, el esfuerzo que ponía mi padre para conseguir la llave de la iglesia, en el lugar de veraneo, para poder ir a rezar, a hacer visitas al Señor, y yo le acompañaba a veces». En la misma línea rememora desde cómo en su familia acudían a la confesión -«lo veíamos como algo normal, un sacramento al que, libremente, acudíamos con frecuencia»- o el rosario «que rezábamos en el coche cuando no cantábamos o jugábamos a mil cosas». Menciona que el fallecimiento de su padre, Pacucho Sánchez, «fue un ejemplo de cómo muere un cristiano: con alegría, pendiente de los demás».

En la ceremonia de ordenación (que podrá ser seguida en directo a través de la página www.opusdei.es) también será ordenado el pontevedrés Emilio Vázquez Gestal, que durante un tiempo fue profesor de Historia en el colegio Peñarredonda, una etapa que recuerda especialmente: «La verdad es que el trabajo que tenía me encantaba. Con lo que más disfrutaba era con las clases de la ESO», y evoca de sus alumnos «la naturalidad con la que se comportaban y me contaban sus problemas, las preguntas indiscretas que me hacían, el sentido común y sentido de justicia que practicaban».