Los adjudicatarios de viviendas en Eirís y Novo Mesoiro ya visitan sus pisos

A CORUÑA

12 abr 2010 . Actualizado a las 12:19 h.

Los adjudicatarios de viviendas de promoción pública de la Xunta en Eirís y Novo Mesoiro han comenzado ya a visitar sus pisos, un paso más en el largo proceso -hace cinco años que se inició- y uno de los últimos antes de que, por fin, puedan ocupar sus casas. Para ello, solo falta la licencia municipal de primera ocupación y rematar flecos de la tramitación: el pago de fianzas, gastos, formalización de hipotecas y firma de contratos.

En total, son 281 las familias pendientes de estrenar sus casas, además de los expropiados de Eirís, cuyas viviendas deberá entregar el Ayuntamiento. Unos pagarán una renta máxima de 140 euros mensuales como inquilinos, otros asumirán hipotecas por 25 años de 100 a 300 para hacerse con unos pisos a entre 30.000 y 70.000 euros.

Begoña Croques, una de las más activas de la plataforma creada por los adjudicatarios, ya ha entrado en el que será su piso en Novo Mesoiro, un octavo de tres habitaciones, con luz exterior en todas, y que prácticamente ha visto construir. «Que mal o pasou, canto loitou, cantas noites sen durmir... non se sabe nin cantas veces ten vido ata aquí, viña a adorar as paredes», cuenta su madre, María del Carmen, que la acompaña en la visita junto con uno de sus tres hijos, Adrián. Es el joven, tiene 21 años, el que nada más cruzar el umbral resume la impresión: «Esto es otro mundo». Vive con su madre, viuda de 45, y sus hermanos Agus y David, de 24 y 10, en Monte Alto. «No digo que esté mal nuestra casa, pero esta.... El baño pequeño de aquí es tan grande como el único que tenemos ahora». Sigue las explicaciones de María, de Exisa, la empresa constructora, que guía el recorrido y da detalles sobre los 79 metros cuadrados que la familia espera ocupar antes de un mes para festejar el cumpleaños del pequeño de la casa en su nueva vivienda.

«Casi me tiemblan las piernas», confiesa Begoña. Y no es por el cansancio de un trabajo que empieza a las cuatro de la mañana. «Me gusta -añade-, en mi cabeza ya está decorado, porque me lo sé de memoria de tanto mirar el plano». Aun así, ayudada por su hijo, se apura a tomar las medidas para pedir presupuesto para los muebles de la cocina y Adrián también calcula, medio a ojo, medio con el metro, cómo quedarán mejor los muebles de su habitación.

Un patio con jardín japonés, paneles solares para minimizar la factura de la electricidad, doble cristal, parqué, granito gris Mondariz en la encimera, armarios empotrados, revestidos y equipados con cajoneras... la memoria de calidades convence a la familia, que no sale de la visita al piso sin bajar las persianas. Para que no se dañe el parqué de la que, después de cinco años, comienzan a ver ya como su casa.