Pascual Zuloaga (Lugo, 1972) regenta una clínica junto a la ronda de Nelle, en A Coruña, como osteópata y fisioterapeuta.
-¿Sus pacientes le demandan una u otra especialidad cuando acuden a usted o solo le piden soluciones a sus dolencias?
-Cada vez se entiende con un enfoque más global. Nos gusta hablar de la osteopatía como un enfoque de salud, no solo el tratamiento de los síntomas de un proceso.
-La osteopatía llega a solucionar un dolor de hombro con una dieta de tomates. ¿Le extrañan medidas así a quienes acuden a ustedes?
-Muchas veces hay que ayudar a un paciente a resolver sus problemas desde el punto de vista de la bioquímica y el emocional. Y los remedios de la abuela a veces funcionan muy bien en una perspectiva global.
-Dígalo claramente: cada vez comemos peor.
-Sin ser especialista en nutrición muchas veces concluimos que la alimentación del paciente es deficiente. A veces una rigidez lumbar tiene relación con un estreñimiento.
-Uno de los peores capítulos de su profesión es el intrusismo.
-Hay muchísimo. Existe una necesidad de regulación para equipararse a los países de la Unión Europea, porque en la mayoría está regulada. En España la mayoría de los osteópatas registrados somos fisioterapeutas. Pero hay muchas ofertas de osteópatas formados en cursos de varios fines de semana que, en mi opinión, juegan con la salud de la gente.