Cuando el pasado mes de julio la policía expulsó a los ocupantes de cuatro edificios de Fernández Latorre los vecinos y comerciantes de la zona respiraron tranquilos. Pero duró poco el sosiego. En unas semanas, un grupo de jóvenes toxicómanos se colaba en uno de esos inmuebles, llegando incluso a poner un candado de gran tamaño en la puerta. A partir de entonces, los residentes de la zona comenzaron a elevar el tono de la protesta, pues denuncian que «los okupas tiran toda la basura al patio de luz, incluso sus propios excrementos», lo que genera un foco de podredumbre que atrae a las ratas. No sólo eso. Comerciantes de la calle han alertado de un aumento de robos en la zona.
Cuando en julio se ordenó el desalojo de varias casas, los propietarios optaron por vallar las puertas y ventanas para evitar que los inmuebles volviesen a ser ocupados. Pero quedó un edificio sin tapiar. Es en ese edificio donde se concentra un gran número de personas «que se dedican a drogarse, a beber y a armar escándalo». Al carecer la casa de baños, los ocupantes «hacen sus necesidades en cubos, que luego vacían en el patio de luces».
Ante esta situación, los vecinos y comerciantes piden a las autoridades que expulsen a los ocupantes y se acondicionen las otras casas hoy tapiadas. «Tal y como está ese tramo, la calle pierde valor, no hay empresarios que quieran instalar sus negocios en un sitio así», dicen.