Por la senda del conocimiento

Ignacio G. Rodríguez A CORUÑA

A CORUÑA

CÉSAR QUIAN

Reportaje | La ruta de los museos Siete de las salas culturales más importantes de A Coruña comparten escenario: el paseo marítimo, donde se reúne buena parte del saber y de la memoria de la ciudad

20 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

La cultura rodea nuestra ciudad, y lo hace a través del paseo marítimo. En un pequeño circuito se juntan siete de los museos más importantes de A Coruña. A ellos dentro de unos años se les sumará un nuevo compañero, el Nacional de Ciencia y Tecnología, que probablemente se edificará en el solar que ocupaba hasta hace muy poco la prisión provincial. De Tintoretto hasta Lloréns, pasando por el Goya de los grabados, el museo propone un viaje por la mejor pintura desde el siglo XVI hasta las obras gallegas del siglo XX. El edificio se alza sobre el antiguo convento de las Capuchinas. Entre sus fondos destacan catorce cuadros del pintor Vicente Carducho. Todos ellos forman parte de una serie de más de cincuenta lienzos donde se representa la vida de San Bruno, fundador de la orden de los cartujos. A Coruña tiene el privilegio de acoger la mayor cantidad de los cuadros de esta serie, puesto que tiene un total de catorce. La mitad de ellos pueden contemplarse en todo su esplendor desde hace casi un año, gracias a una restauración. Los otros siete se someten actualmente al mismo proceso en Madrid. Conócete a ti mismo. El objetivo de cada módulo de la Casa del Hombre está en divertir para hacer pensar sobre la especie humana, y para ello combina teoría y práctica. El visitante se sumerge en la cresta de una ola, una fachada diseñada por el arquitecto japonés Arata Isozaki, para entrar en el edificio. En él, Bebeto sigue ocupando un lugar especial. El brasileño tiene el récord del penalti que se lanzó con mayor potencia en la Casa del Hombre, con una velocidad cercana a los 180 kilómetros por hora. La Domus es también un pequeño centro sanitario. La máquina para medir la tensión instalada en el museo recibe una media de 150 consultas diarias, un promedio muy superior al de cualquier farmacia de la comunidad. Los estanques del Acuario hablan gallego. Los 36.000 metros cuadrados del Aquarium son el hogar de las especies más comunes en el ecosistema de nuestras costas. Pero no están solos. También hay vecinos mayores, como los tiburones o las focas. Las piscinas de la Casa de los Peces han visto, por primera vez en el mundo, la reproducción de pintos, también conocidos como maragotas. Pero si hay algo realmente curioso en el museo son los rapes. El crecimiento del Lophius piscatorius, o lo que es lo mismo, el rape blanco, multiplica hasta siete veces el que puede observarse en su hábitat natural. Los ejemplares más pequeños han alcanzado en tan sólo diez meses el peso que tardarían tres años en conseguir en el mar. Sus hermanos mayores son todavía más exagerados, puesto que han pasado de 44 a 83 centímetros. en lo que normalmente emplearían cinco años y medio. El único faro romano en funcionamiento del mundo está 234 escalones más cerca del cielo que cualquier otro monumento. La torre se levantó en el siglo II, bajo el mandato del emperador Trajano, y se restauró en el XVIII, momento en el que se le dio el aspecto que tiene ahora. Los días de niebla, la torre también habla. Una señal audible a 7 millas facilita la navegación de los barcos. Su mirador ofrece una vista espectacular. A lo lejos, las rías de Sada, Betanzos, Ares y Ferrol. Y también Irlanda. Cuenta la leyenda que una noche de invierno, uno de los hijos de Breogán divisó desde lo alto las costas irlandesas y decidió poner rumbo a ellas para conquistarlas. El entorno de la torre todavía le da mayor grandiosidad al faro. A lo largo de 47 hectáreas, el parque celta es un auténtico museo de arte al aire libre lleno de esculturas. El último suelo que pisaban los hombres antes de convertirse en militares. El imponente patio de la fundación fue, en su momento, la caja de reclutas de la ciudad. Junto a ese mismo lugar también estaba, en pleno siglo XVI, el convento de San Francisco. En el exterior, el lugar rebosa historia por los cuatro costados. Pero dentro del museo todavía hay espacio para más. Gran parte de la inmensa obra de Luis Seoane, entre escritos, óleos y carteles, puede contemplarse en cada una de sus salas. Por si fuera poco, el museo está catalogando el archivo personal del artista, un fondo documental de primera magnitud. Es probable que a finales de año, el archivo, una crónica impagable del intelectualismo gallego del exilio, esté ya totalmente estudiado. El visitante entra de lleno en la vida militar de la mano de condecoraciones, armaduras y espadas. Entre sus paredes incluso hay sitio para 254 soldados y varias hectáreas de campo en una maqueta gigante que representa la batalla de Elviña del año 1809. Cada combatiente se creó especialmente para el tablero, y fue necesario más de un año y medio para construirla. El campo de batalla en miniatura es la representación de un imposible. En él se pueden contemplar fases del episodio bélico que no tuvieron lugar simultáneamente. Un Sir John Moore malherido y apoyado en dos de sus soldados intenta abandonar la zona. El espectador llega a imaginarse entre cañones y disparos, pero una vitrina acristalada lo devuelve a la realidad. La antigua fortaleza del castillo de San Antón, protegió durante muchos siglos la ciudad de los ataques marítimos. A partir de 1968, se convirtió en una auténtica fortaleza cultural, donde descansa la historia de A Coruña. En sus plantas se exponen piezas de varios períodos de la Prehistoria e Historia Antigua de nuestra comunidad. Entre las reliquias expuestas, destaca una colección de orfebrería, que contiene piezas como el casco de la Edad del Bronce de Leiro, o el conjunto de orfebrería calcolítica de Cícere, con gargantilla de tiras y diademas.