La conexión muxiana del hachís

Juan Ventura Lado Alvela
Juan Ventura Lado CARBALLO/LA VOZ |

CARBALLO

El proceso contra los nueve marroquíes acusados de narcotráfico deja sin aclarar por qué eligieron la playa de Arnela y a quién iba destinada la mercancía

24 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El relato de la Fiscalía asegura que los nueve marroquíes, que están siendo enjuiciados en la Audiencia Provincial de A Coruña por desembarcar casi cinco toneladas de hachís en Muxía el 5 de abril del 2009, fueron los primeros extranjeros en organizar una operación de tal embergadura sin contar con el apoyo de ningún clan gallego. Sacaron la droga de Marruecos por su cuenta y riesgo a bordo de un mercante, la trasvasaron al pesquero Iriana y estuvieron a punto de completar la faena, transportándola en lanchas neumáticas a la playa de Arnela, entre las parroquias de Moraime y Morquintián. Incluso llegaron a comprar un camión para su posterior distribución en tierra. De hecho, habrían logrado su cometido de no ser porque una patrulla de la Guardia Civil pasó por el lugar de casualidad y se topó con todo el despliegue.

En vista de los datos obtenidos en la investigación, el Ministerio Público pide para cada uno de ellos seis años de prisión como máximos responsables de un alijo que podría alcanzar los 22,7 millones de euros en el mercado.

El prestigioso penalista Manuel Ferreiro, encargado de su defensa, asegura que la información disponible permite establecer que entre todos ellos había un cabecilla, que era el armador del Iriana , apresado por Vigilancia Aduanera y los Geos en la ría de Vigo, y propietario de los vehículos que se iban a emplear en la operación. Parte de los integrantes de la banda habrían salido desde Algeciras y el resto participaron en el transporte de la droga como pago por sacarlos del reino alauita de forma clandestina.

En conjunto, los nueve marroquíes y los siete tripulantes del Iriana , todos ellos de nacionalidad española, que están enmarcados en la otra fase del proceso, constituirán todo el equipo implicado en el multimillonario negocio.

Sin embargo, la investigación policial deja sin respuesta una cuestión crucial sobre el conjunto de la operación que tiene que ver con el destino final de los estupefacientes y su forma de comercializarlos. Ese aspecto preocupa entre varios miembros de las fuerzas de seguridad de la Costa da Morte que no acaban de creerse que un grupo de extranjeros, de los que la mayoría no habla gallego ni castellano, pudiesen sacar adelante semejante operativo.

Uno de los agentes de la Guardia Civil que participó de manera activa durante más de 24 horas en la captura de los marroquíes asegura que «aí tiña que haber algo máis» y está convencido de que había narcos locales o al menos gallegos dispuestos a hacer cargo del alijo una vez que llegase a tierra firme. Su experiencia de muchos años dedicados a la lucha contra el tráfico de drogas le lleva a creer que esta clase de desembarcos, realizados en zonas tan concretas no se materializan sin el consentimiento y la colaboración de quienes controlan el negocio y disponen de la logística necesaria para darle salida a la mercancía.

Como él, otros agentes de las fuerzas de seguridad de la comarca, sospechan la elección de la cala de Arnela, de unos 50 metros de ancho y con un acceso verdaderamente complicado, no pudo ser casual. Más cuando solo tres meses y medio antes, en el marco de la operación Tabaiba habían llegado a la playa 3.500 kilos de cocaína valorados en 120 millones de euros. Junto con la droga cayó Andrés García Gesto el cabecilla del clan de los Lulús. Un grupo familiar de Muxía que, a decir de uno de los más veteranos investigadores del grupo especial que coordió su captura, «por A Costa da Morte no se se mueve un gramo de droga sin contar con ellos».

García Gesto, con antecedentes por narcotráfico, ingresó en prisión sin fianza en la cárcel de máxima seguridad de A Lama pero recobró la libertad unos meses después y regresó a Muxía.

Sin embargo, en el caso del desembarco de abril no aparecen citados los Lulús ni ningún otro grupo gallego vinculado con este negocio.

Los socios, todos marroquíes, tampoco coinciden con los que habitualmente se relaciona a los narcos locales, que son fundamentalmente otras organizaciones de la zona de Arousa, con las que han establecido relaciones de confianza a lo largo de décadas.

La sustancia intervenida tampoco concuerda con la mayoritaria en los grandes desembarcos realizados en la comarca, donde siempre ha predominado la cocaína.

Con todo, miembros destacados de las fuerzas de seguridad se niegan a creer que un grupo de inexpertos marroquíes fuesen capaces de acceder a un playa que, por sus especiales condiciones, tiene casi la consideración de coto privado.

Fuentes del proceso admiten que el nivel de vigilancia al que está sometido la Costa da Morte es sensiblemente inferior al de las Rías Baixas y, por lo tanto, las posibilidades de que pasen cargamentos o de que sus responsables consigan salir impunes aumentan considerablemente.

Además, en el transcurso de los días posteriores al apresamiento principal empezaron a surgir críticas desde las entidades locales porque, mientras los grupos especializados de la Policía y la Guardia Civil se hacían cargo de la investigación, nadie se preocupó por habilitar los medios necesarios para recuperar las decenas de fardos que los traficantes arrojaron al mar cuando se vieron sorprendios. Apareció casi un tonelada más de droga, desde Camariñas a Arteixo, e incluso se detuvo a alguna persona que trató de quedarse con paquetes.

A día de hoy, nadie sabe cuántos de aquellos paquetes escaparon de la incineración reglamentaria.

Del mismo modo, tampoco han aparecido las pruebas que relacionen la operación con narcos locales, aunque muchos guardias y policías sigan sin tenerlas todas consigo.