El viento estuvo a punto de tirar la carpa de apenas 10 metros cuadrados en la que se celebró el acto

CARBALLO

05 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Vientos casi huracanados y copiosos aguaceros protagonizaron ayer el acto de colocación de la primera piedra del proyecto del dolmen de Dombate. Los asistentes tuvieron que apretarse bajo una pequeña carpa, de apenas 10 metros cuadrados, que fue necesario cerrar a cal y canto para que no entrara el agua.

En algunos momentos, la fuerza del viento casi impedía escuchar las intervenciones del presidente de la Diputación y el arquitecto Francisco Vidal, que diseño el pabellón y el edificio de acceso al recinto.

El acto oficial fue terminado de forma algo abrupta por los representantes de la empresa adjudicataria, Construcciones en Piedra Sigrás, que anunciaron que no era seguro continuar en el interior de la carpa porque el viento había terminado por doblar las viguetas y podía arrancarla en cualquier momento. No hizo falta más para que todos los presentes abandonaran la tienda y se expusieran a la lluvia.

Sin equipo

El agua que entraba por todos los rincones probablemente acabó con el equipo de megafonía utilizado para poder seguir los discursos y las explicaciones de los técnicos. Los fotógrafos y cámaras tuvieron enormes dificultades para trabajar en un espacio tan pequeño, y todos los asistentes terminaron con los pantalones mojados hasta la rodilla y los zapatos empapados.

A pesar de ello, se notaba la satisfacción en el ambiente, y el temporal dio una pequeña tregua para que se pudiera colocar esa primera piedra, en la que se introdujeron los periódicos del día y monedas de curso legal, tal y como manda la tradición.

Lo peor del acto fue la distancia que había entre el estacionamiento y la pequeña carpa. Todos los asistentes se vieron obligados a correr como una exhalación para no acabar empapados. El encharcado suelo de Borneiro y las catas y excavaciones realizadas por Manuel Lestón complicaron aún más la labor de llegar hasta la pequeña carpa, que solo se abría para dar entrada a un nuevo asistente al acto.

Los técnicos de la Diputación de A Coruña, buenos conocedores del lugar, comentaron que estos vientos racheados son habituales en la zona. También fueron varios los que señalaron que en las visitas de Salvador Fernández Moreda suelen darse temporales, como si el dolmen quisiera ponerlo a prueba.

Finalmente, no hubo más problemas que ligeras mojaduras que quizás provoquen algún constipado, aunque en algún momento daba la sensación de que los dioses se habían aliado contra los alcaldes de la zona.