El incendio del yate noruego atracado en Camariñas se inició en un hornillo

La Voz

CARBALLO

01 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El navegante noruego Oystein Midtsundstad sigue sin dar señales de vida. Desapareció el pasado viernes de Camariñas, a donde había llegado cinco días antes, y desde entonces nadie tiene noticias de su paradero. La historia del turista nórdico no tendría nada de especial si no fuese porque Midtsundstad, de 42 años, ha dejado en la Costa da Morte un velero calcinado (el Loffen ), varias facturas sin pagar y muy pocos amigos. En realidad ninguno, porque su comportamiento dejó mucho que desear desde el mismo día en que atracó en el Club Náutico camariñán, donde sospechan que incendio de la embarcación fue provocado. De hecho, todos los indicios apuntan a que las llamas se iniciaron pasada la medianoche del jueves en un pequeño hornillo de cocina y todos los testigos aseguran que Midtsundstad hizo lo imposible para evitar apagarlo. «Uns rapaces que estaban pescando calamares moi cerca achegáronse para axudalo, pero el botounos fóra», explicó Ramón Bouzas, encargado del cuidado de los pantalanes. Ni siquiera permitió que le echasen una mano los tripulantes de otro velero noruego atracado en las proximidades.

Pese a todo, los responsables de las instalaciones deportivas han decidido sacar todos los objetos de valor de la embarcación para evitar que los posibles amigos de lo ajeno desvalijen el velero. El tesoro de Oystein no es demasiado cuantioso (varias cañas de pescar, unos bidones de gasolina y un motor fuera borda), pero quizás sí tenga el suficiente valor como para hacerle volver y, de paso, se anime a pagar todo lo que debe. En primer lugar, al propio Club Náutico, donde le fiaron tres noches de estancia y, en segundo, al propietario del hotel Parranda, donde se alojó la noche que se incendió su velero.

En el establecimiento hostelero no solo no pagó su estancia, sino que además les dejó un desagradable recuerdo, porque rompió algunos objetos de la habituación y convirtió el cuarto, al que también llevó a su perro, en una auténtica cochiquera. Escupió, meó y vomitó prácticamente en todas las esquinas.

Horas después, Oystein Midtsundstad abandonó el hotel a bordo de un taxi, cuyo conductor, a la vista del estado en el que se encontraba, y las pocas probabilidades que intuyó tendría de cobrar la carrera hasta A Coruña, decidió «invitarlo» a bajarse a la altura de Xaviña. Ahí se pierde la pista del noruego que, según los vecinos, llevaba cinco días en la localidad. Ciento veinte horas que, aseguran, se pasó en un estado total de embriaguez. Tal vez cuando recobre la lucidez regrese a por el calcinado Loffen , una palabra que en español significa vagabundo. «Vaille ao pelo», decían ayer los vecinos con sorna.