«El cementerio de Fisterra es para que lo disfruten también los vivos»

Á. P.

CARBALLO

La redacción del Plan Especial del Monte do Cabo ha vuelto a traer hasta la Costa da Morte a uno de los profesionales más reconocidos y premiados de Galicia

03 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El albergue, el Semáforo y el controvertido cementerio de Fisterra forman parte ya del patrimonio de la Costa da Morte y del legado de uno de los arquitectos más premiados y reconocidos de Galicia, el pontevedrés César Portela, pero su huella en la comarca -de la que forma parte también el faro de Punta Nariga, en Malpica- lejos de estar agotada, seguirá acrecentándose con un proyecto, el Plan Especial del Monte do Cabo, llamado a encauzar el futuro de uno los pocos lugares reconocidos como Patrimonio Europeo. Los trabajos de redacción de este documento, así como como la entrega de las obras de rehabilitación de la iglesia de Santa María das Areas, que ha dirigido, propiciaron que Portela se acercase esta misma semana a la comarca. Además, el diseño del geriátrico de Cerceda, que recibió en días pasados el visto bueno del Concello y será construido en los próximos meses, lleva también su firma.

-¿Como marcha la elaboración del Plan Especial del Monte do Cabo?

-Aunque yo conozco esto desde hace muchos años, quería empezar desde el principio, verlo con ojos nuevos y no caer en tópicos. Ayer [el jueves] di una vuelta para ver qué cosas tenemos que respetar, qué hay que hacer nuevo y que es lo que no está materialmente, pero sí simbólicamente, porque Fisterra es a un tiempo una realidad y una fantasía. De lo que se trata con este plan es de conjugar arquitectura, geografía, botánica, geología, historia...

-¿Y cuál es la parte más compleja de ese proceso?

-Lo más complejo es acercarse, aproximarte al objeto de estudio sin prejuicios y atento y dispuesto a tener en cuenta todas las cosas que hay y las que no hay. Hacer que casen sin que se note y que al que las vea le parezca que no podía ser de otra manera. No hay nada más artificial que un faro, pero la Torre de Hércules forma parte ya del paisaje donde se levanta y eso es lo que traté de hacer, precisamente, en Punta Nariga.

-¿Cómo empezó la prolífica relación que mantiene con la Costa da Morte?

-Siendo joven, con alguna excursión mientras estudiaba el bachillerato que me permitió comprobar que, a pesar de estar relativamente cerca de las Rías Baixas, es una costa muy diferente. Siempre me pareció un sitio fantástico y con el tiempo empecé a venir ya por motivos profesionales. Cuando estaba trabajando en el proyecto de Nariga aprovechaba todas las visitas para acercarme también hasta Fisterra.

-Allí ha levantado un proyecto muy premiado, pero que está parado desde hace diez años, el cementerio. ¿Cuándo será desbloqueado?

-No está tan parado porque yo creo que el cementerio de Fisterra no es solo para enterrar a los muertos, sino que también es para que lo disfruten los vivos y sé que así lo hacen. Es muy importante que lo visiten los vivos porque los muertos ya llegarán y me consta que ya hay muchas peticiones de gente que quiere ser enterrada allí.

-Se trata además de un proyecto que despierta sentimientos muy opuestos.

-Sí y es algo que me gusta porque si fuese del agrado de todos sería algo malo porque hay mucha gente que no tiene gusto. Además, teniendo en cuenta el lugar en el que está construido, lo peor sería que pasase desapercibido.

-¿Qué es más importante a la hora de afrontar un trabajo, ser fiel al estilo propio o adaptarse a las peculiaridades de cada caso?

-Todo proyecto es el resultado de compatibilizar un programa de necesidades con un lugar determinado. Si me encargan un geriátrico no puedo hacer un auditorio. A partir de esta premisa, hay que pasear por el lugar, como estoy haciendo ahora en Fisterra, e impregnarse de todo lo que ofrece, no solo la topografía, sino la luz, los olores, las sensaciones.

-Otro de los trabajos que acaba de realizar en la zona es el de la residencia de mayores de Cerceda.

-Sí, se trata de un proyecto que estamos haciendo un grupo de arquitectos, porque en mi estudio somos siete profesionales y aunque yo sea la cabeza visible, ningún trabajo es solo de César Portela, como tampoco lo es de Frank Gehry. Ha sido un trabajo muy sugerente ya que se trata de algo social y siempre produce una gran satisfacción participar en algo que va a repercutir en la calidad de vida de las personas y a contribuir a que puedan ser más felices.