«El trabajo social es invisible para la sociedad»

CARBALLO

En estos momentos coordina el departamento de Servizos Sociais de Carballo y es secretario de la asociación Mulleralia

15 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlos Taibo es uno de esos jóvenes carballeses que apuestan por su municipio. Lo demuestra en la cancha de baloncesto, en su puesto de trabajador social del Concello de Carballo o como secretario de la asociación Mulleralia, e incluso desde una pantalla de televisión, invitando a los espectadores a expresarse en gallego. Se declara bilingüe y puede presumir de haber sido el único actor al que no doblaron en la campaña E logo! Pero tal vez pocas personas sepan que Carlos nació en Suiza, a donde no ha regresado desde los tres o cuatro años. «Es algo que me queda por hacer», dice. O que en el poco tiempo libre que le queda le gusta pintar cuadros que no ha enseñado a casi nadie. Fue un niño rebelde, y le gusta seguir siéndolo de mayor. «Lo que pasa -matiza- es que cuando te vas haciendo mayor mantienes esa rebeldía para tus ámbitos más privados».

-Desde luego, estamos ante un polifacético en toda regla.

-Soy una persona a la que le gusta hacer muchas cosas. Es cierto que eso me repercute a nivel personal, en el sentido de que no me queda mucho tiempo para mí, pero muchas veces estoy en casa, en un momento de descanso, y el cuerpo me pide hacer algo.

-Pero a veces no queda más remedio que descansar.

-En el trabajo que hago ahora en Servizos Sociais sí que necesitas un descanso psicológico. Hay que higienizar la mente, como lo llamamos nosotros. -¿Es duro? -Claro que es duro, porque, al fin y al cabo, el 85% de lo que ves son necesidades sociales de carácter primario, lo más básico y elemental, como puede ser la vivienda, darles de comer a tus hijos o pagar la luz y el agua... Eso parece que lo tiene todo el mundo y nadie piensa en ello, pero nosotros estamos allí todos los días y vemos lo que hay: los dramas familiares que nos encontramos a veces, la impotencia de ciertas familias a nivel económico, los cuidados familiares, el tema de la dependencia... Muchas veces te gustaría invitar a la gente a vivir un día lo que es servicios sociales, porque intento contar lo que es y se me escaparían un millón de cosas. -¿Cómo sería ese día? -Las citas, las reuniones de trabajo en equipo para coordinar la intervención con una familia, las llamadas... De locura. En ese sentido sí que estás quemado, porque el trabajo te desborda, pero es muy gratificante. Muchas veces lo que planificas con la gente no sale todo lo bien que quisieras, porque son dinámicas de hace muchos años y es muy difícil, pero se logran cosas. Si consigues un objetivo por cada cinco fracasos, compensa holgadamente. Es un trabajo muy dinámico y vocacional. -¿Su elección fue, entonces, vocacional? -Mi caso es un poco curioso. Cuando acabé el COU no tenía mucha idea de por dónde tirar. De hecho, mis tiros iban hacia Inef, porque venía de una dinámica de deporte; con tan mala suerte que estaba preparando las pruebas y una semana antes, jugando al baloncesto, me arranqué la uña de un pie y no pude presentarme a las pruebas. Yo creo que también la influencia de mi madre me ayudó a cambiar la visión, y decidí probar. El primer día de carrera no conocía a nadie, estaba descolocado y pensé en marcharme. Pero seguí adelante y creo que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, porque, realmente, me siento muy reconfortado, me gusta mucho y es algo que quiero seguir haciendo. -¿Trabajar en el área social le ha convertido en una persona diferente? -Lógicamente, claro que influye. Muchas veces te paras a pensar en lo que ves en el trabajo y te sirve para valorar lo que tienes. Yo he sido siempre una persona muy optimista, que intento minimizar los problemas, buscarles siempre la parte positiva. A lo mejor es que tampoco me ha pasado algo muy grave, pero yo valoro que he tenido suerte en la vida y cuando tengo problemas procuro ver la parte constructiva. -¿Tienen más trabajo desde que empezó la crisis? -Yo no recuerdo una semana, desde que empecé a trabajar en atención primaria, que hayamos tenido tiempo para sentarnos a pensar en qué podríamos hacer. Los servicios sociales somos el punto de referencia para las cosas que nadie sabe quién las tiene que resolver. Pero el trabajo social no es muy visible. No es lo mismo asfaltar una carretera o poner unas farolas, que todo el mundo ve, que la intervención con una familia, que lleva mucho tiempo, es invisible para la sociedad. Si son usuarios directos y se hace una intervención que ayude a mejorar su calidad de vida sí que aprecian el trabajo de los servicios sociales, o el programa de ayuda a domicilio, en el que estamos ahora con 15 auxiliares de ayuda a domicilio que atienden 80 casos. -Tal vez no se quiere ver. -No lo sé. Yo creo que se valoraría más si no existiésemos. Por eso creo que los técnicos del sector deberíamos hacer un poco más de márketing social, explicar lo que hacemos, hacer análisis estadísticos... visibilizar un poco más nuestro trabajo. Pero sé que hay mucha gente que nos valora. A veces parece que somos muchos profesionales, pero para hacer un trabajo óptimo no somos suficientes.