A Ferida recuerda la huella de la marea negra en Muxía

Laura Matabuena

CARBALLO

01 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

carballo | Una imponente mole se alza sobre la costa muxiana, junto al acantilado Pedra da Boia. Su figura, que se recorta sobre el santuario de A Barca, no pasa desapercibida. Se trata de un monolito de 400 toneladas y 11 metros de altura esculpido en granito en forma rectangular. Su estructura se encuentra partida por la mitad, formando una grieta que simboliza una herida sangrante.

La huella que esta dejó aún la recuerdan los vecinos de Muxía. El 19 de noviembre de 2002, el Prestige, un petrolero cargado con 70.000 toneladas de fuel, se partía en dos frente a las costas gallegas. El barco se hundió provocando las primeras manchas de combustible que después se se irían extendiendo, formando una marea negra que causaría una de las tragedias ecológicas más graves en la zona. No sería hasta septiembre de 2004 cuando se dieran por terminadas las tareas oficiales de extracción de fuel.

En el transcurso de este tiempo, un movimiento de solidaridad recorrió Galicia y España, y personas de toda las partes acudieron como voluntarios para colaborar en tareas de limpieza. Muxía tampoco se libró de la lacra del Prestige.

Como recuerdo de estos funestos días, la empresa de seguros Aegon encargaría al conocido escultor burgalés Alberto Bañuelos-Fournier la tarea de llevar a cabo la construcción del monolito. La compañía fue quien sufragó los 120.000 euros que costó el monumento, de los cuales la mitad fueron para el alquiler de las grúas, otros 30.000 se fueron en piedra, y 12.000 más en el transporte. La empresa cedió posteriormente la obra al Concello.

A Ferida fue inaugurada el 12 de septiembre del 2003 en un acto presido por el titular de la Xunta, Manuel Fraga, y el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy y con la presencia de numerosas autoridades.