No somos tantos

P. MARIÑAS

CARBALLO

ARA SOLIS | O |

13 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

EN VERANO, la gente parece reproducirse como las plagas. En la playa de Langosteira los bañistas se cuentan por miles, mientras en el castillo de Vimianzo no cabe un alfiler y las tristes losas de Dombate son visitadas por una media de más de cien personas diarias. Eliminada, por estúpida, la teoría de que cuando hace calor los vecinos de la zona nos desdoblamos de forma espontánea, sólo cabe pensar que los responsables de esta marabunta humana son los turistas, esas personas que han dedidido descansar en la zona y que, además, esperan pasárselo muy bien en nuestra compañía. Teniendo en cuenta que los españoles sólo tenemos un mes de vacaciones al año, como mucho, la responsabilidad que recae sobre los vecinos de la Costa da Morte es enorme. Por todo ello, al margen de la incomodidad que supone encontrarse con seres humanos en todas partes y a todas horas, hay que procurar ser amables con los visitantes, estafarlos lo menos posible con marisco de origen dudoso y pensar que lo mismo que ellos vienen aquí, nosotros un día quizá vayamos allí. En general, lo mejor con el turismo es aplicar la máxima de hacer con los demás lo que quisieras que te hicieran a ti. Siempre funciona.