Corta vida para los clubes de fumadores de la comarca

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Las dos entidades que habían sido fundadas en Boiro y Rianxo a principios de año cerraron sus puertas

11 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Surgieron con gran empuje, pero su vida fue efímera. La por muchos denostada Ley Antitabaco tuvo entre sus consecuencias la proliferación de clubes de fumadores formados por ciudadanos que no estaban dispuestos a renunciar a la posibilidad de disfrutar de un pitillo bajo techo. En la comarca, los pioneros en esta materia se localizaron en Boiro y Rianxo, pero parece que su propuesta no tuvo la respuesta esperada y ambos locales están hoy en día cerrados a cal y canto.

El bajo de la avenida de Compostela boirense en el que se ubicaba la Asociación de Amigos dos Labores e Cultura do Tabaco (ARDA) luce hoy un cartel de «se alquila», y en su interior solo se almacenan trastos. Por su parte, el utilizado por los socios de Fumes de Rianxo, localizado en el paseo de A Ribeira, ya fue realquilado.

Un final común para dos iniciativas que también surgieron de forma prácticamente pareja. Ambas comenzaron a tramitarse incluso antes de la entrada en vigor de la nueva ley, y tuvieron que pasar algunos meses de trámites e idas y venidas a la delegación territorial de la Xunta para inscribirse para que los dos primeros clubes de fumadores que hubo en la comarca abriesen sus puertas.

Como la espuma

Pese al resultado final y la efímera vida de ambas entidades, constituidas en el primer trimestre del año, los inicios de ARDA y de Fumes de Rianxo no podían hacer albergar a sus promotores mejores expectativas. No en vano, en pocas semanas se corrió la voz y el número de asociados creció como la espuma, llegando a contabilizarse a cerca de cuatrocientas personas en los registros de ambas entidades.

Sin embargo, el asunto perdió fuelle rápidamente y en solo unos meses las sedes de estos clubes acabaron por echar el cierre. Y eso que formar parte de cualquiera de las dos entidades barbanzanas costaba al mes lo mismo que un café: un euro.

La simbólica cuota establecida estaba destinada al mantenimiento del local y al desarrollo de actividades relacionadas con el tabaco, tal y como recogían los estatutos de los clubes.

Proceso de adaptación

La entrada en vigor, el 1 de enero, de la prohibición de fumar en locales públicos hizo que muchos se tirasen de los pelos pensando en que la posibilidad de disfrutar de un cigarrillo tranquilamente sentado en un establecimiento hostelero disfrutando de un café o una cerveza quedaba desterrada para siempre y que, de ese momento en adelante, se verían obligados a fumar apresuradamente al frío, bajo la lluvia o bajo un sol de justicia.

Esta perspectiva generó muchas protestas en su día y espoleó la creación de las entidades de fumadores, pero parece que el tiempo ha tranquilizado a la mayoría y los aficionados al pitillo han sabido adaptarse a las mil maravillas a la nueva situación.