«Yo prefiero que se odien mis fotos a que dejen indiferente»

marta noal RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

03 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Pese a que lleva más de diecinueve años viviendo en Ribeira, sus orígenes provienen del otro lado del océano. Esteban Leyton nació en 1984 en la ciudad chilena de Concepción, pero emigró a París a los 17 años. Dos más tarde, ya asentado en Galicia, se inició en el mundo de la fotografía, la que hoy es su forma más recurrente de plasmar las ideas que le rondan la mente. Su última creación, Patología Fotográfica, es una de las más completas y originales.

-Su faceta fotográfica tiene un origen autodidacta, ¿de dónde nace su gusto por este ámbito?

-Me viene de mi madre, que se dedica a la artesanía, pero cómo empecé no lo sé realmente. No tengo una fecha exacta. Me dio la venada, como se suele decir, y empecé a sacar fotos. Surgió, simplemente, como una curiosidad y me fui dando cuenta de que me gustaba.

-Usa mucho el blanco y negro, ¿lo hace por gusto o con alguna finalidad?

-Creo que por las dos cosas. Uso luces duras para darle a las fotos un ambiente sombrío y lúgubre porque es la forma en la que a mí me gusta transmitir las sensaciones. Además, también lo hago porque intento conseguir que ese juego de luces determinado, junto con los objetos fotografiados, creen las atmósferas indicadas para mi trabajo.

-¿Y nunca pensó en hacer un tipo de fotografía distinta?

- Sí, lo pensé y lo he intentado. En más de una ocasión, buscando luces diferentes para el objeto, he conseguido tonos más suaves y más bonitos, pero no me convencían. Como me gustaban volví a lo sombrío y determiné que es la forma en la que veo a mis fotos capaces de transmitir más.

-¿Hay entonces un fondo provocador en su trabajo?

-No, no es mi intención. Al principio hacía fotomontajes que podían tener un origen dadaísta y provocador, pero ahora todo lo que hago es real. No son cosas que sucedan, pero que sí están realmente colocadas tal cual se ven en el estudio cuando trabajo. Se puede decir que, actualmente, detrás de mis imágenes no hay ningún tipo de mensaje. No son vivencias ni sensaciones, sino solo imágenes que me vienen a la cabeza y que represento.

-Pero en su último trabajo, «Patología fotográfica», sí hay un mensaje detrás de las imágenes...

-Sí, en este caso sí. Empecé a hacerlo con ideas simples e independientes pero, como era parte de un proyecto de fin de curso de la Escuela de Artes Mestre Mateo, se me pedía un hilo conductor entre las fotos. Entonces pensé en el tema de las enfermedades como conexión y, por supuesto, que con ellas quiero transmitir una sensación, un sentimiento de dolencia. Esto no lo había hecho nunca antes, por lo que se puede decir que este trabajo supone un antes y un después en mi labor.

-El trabajo lo conforman diez fotografías, ¿cuál destacaría?

-Sinceramente, le tengo cariño a todas pero, de elegir una, me quedaría con la que representa la esquizofrenia. Fue la que más me costó a nivel de entender la enfermedad e investigar sus tipos, sus efectos... La esquizofrenia es demasiado compleja como para transmitir todo lo que engloba en una sola imagen. Crear la imagen me llevó más de dos semanas por lo que se puede decir que es a la que más odio y más quiero a la vez.

-Al tocar una temática controvertida ¿se ha creado polémica?

-Yo creo que en la vida hay de todo, belleza y fealdad. Ambas están a nuestro alrededor y, aunque nos gusten unas cosas más que otras, no podemos echar las que nos disgustan a un lado. Son todas cosas naturales y yo considero que no hago nada horrible al capturarlas. Es solo una forma diferente de ver la vida. Sé que a mi me atraen las cosas que no son bellas para los demás, pero es mi belleza. Suena contradictorio que me sienta más cómodo creando ambientes hostiles, pero no existe una explicación concreta para esto. Me tienen preguntado incluso si tuve una infancia traumática para dar lugar a tales imágenes pero, simplemente, a mi se me da mejor jugar con la oscuridad y no es nada malo.

-Además, siempre tiene público al que le gustan sus fotos...

-Claro, siempre tengo gente interesada pero, de todas formas, yo prefiero que se odien mis fotos a que dejen indiferente. Es mejor que se diga «no me gustó nada esa fotografía» a que no se hable. El silencio hace considerar a una foto vacía.