Buenos por naturaleza

BARBANZA

15 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Aplicando la teoría naturalista de Rousseau de que «el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe», podemos concluir que el político es bueno por naturaleza, lo que parece más difícil de concretar es aquello que lo acaba corrompiendo, y ya no me refiero al punto de vista del enriquecimiento ilícito sino a comportamientos que cuando los vemos en una persona que conocíamos antes de alcanzar un cargo no acabamos de creernos la transformación.

La cita del primer fin de semana de campaña con los candidatos a la alcaldía de la comarca llamó la atención del que suscribe por los buenos modos. Dirán que no iban a tirarse los trastos a la cabeza; pero una cosa es esa y otra muy distinta lo que se pudo ver en el Coliseo Noela donde a nadie le cayeron los anillos al preocuparse por la situación de quienes están pasando momentos complicados, ni faltaron las palabras de ánimo incluso para el rival directo, ni tampoco los consejos para los que han tomado un nuevo camino repleto de dificultades.

Lo vivido en el acto bien podría haber inspirado la conclusión de Rousseau: todos son buenos. Lo que ocurre es que, a partir del próximo domingo, dejarán de ser candidatos para convertirse en concejales y, como cabezas de lista, aspirantes a la alcaldía, y ahí está el primer factor que «corrompe», la lucha por el poder, por conseguir la gran meta, cosa que no deja de ser lícita pues para eso se presentan a unas elecciones al frente de las candidaturas.

Más allá de las aspiraciones individuales están los métodos, la sociedad que corrompe al hombre, expresión que, trasladada a los políticos, puede referirse, primero, a la ambición personal desmedida, que es capaz de ignorar un sentimiento mayoritario con el fin de satisfacer el ego; a los intereses partidistas que ponen sobre el papel un frío reparto alejado de la realidad, como confeccionando un puzle de esos en los que todas las piezas tienen la misma forma y encajan, pero mal puestas reflejan una imagen que no se corresponde para nada con la reproducción que incorpora el libro de instrucciones; al ansia por disfrazar el fracaso de triunfo, aunque ello suponga prostituir la confianza del ciudadano y, consecuentemente, frustrar el ejercicio de la democracia; a los cantos de sirena que se transforman en vil metal y otras prebendas para beneficio personal o de partido.

Maniobras

Claro que todas o la mayor parte de las buenas intenciones del día de la foto se quedarán en eso una vez que el pueblo haya hablado. A partir de ahí, empezarán las maniobras para hacer mayorías, y el «¡suerte!» del día 7 de mayo se convertirá en un «¡jódete!» el 11 de junio, fecha para la que se ha fijado la constitución de los ayuntamientos. También quedarán en el tintero, en un brindis al sol, muchas de las promesas que, a lo largo de estos días de vino y rosas, se hicieron en plena orgía publicitaria.

En resumen, en el Coliseo Noela quedó claro que todos son buenos y uno se permite sugerir a los asistentes que apliquen en sus futuros cargos la altura de miras que demostraron, que administren con sensatez la confianza de los ciudadanos, que se esfuercen en dar la vuelta a la difícil situación por la que estamos atravesando, que se llenen de paciencia... y así estarán en la foto del 2015.