De procesión por Ribeira con el transistor pegado a la oreja

raquel iglesias RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Muchos devotos siguieron la imagen del Paso pendientes del fútbol

22 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Fue la procesión del Paso una de esas que hacen historia y se cuentan a los nietos. Y no solo porque la inmensa devoción marcó el recorrido por las calles de Ribeira, sino también porque este coincidía en hora con la esperada final de Copa. Los fieles, que anteayer eran más mujeres que hombres, se congregaron, como es costumbre, en la calle del Monumento.

Un escaparate repleto de televisores de una tienda de electrodomésticos informaba a los asistentes del resultado del partido mientras la imagen del Paso se sacaba a las calles. Los nervios de la procesión se mezclaban entonces con los de un disputado encuentro deportivo que hizo a más de uno llevar el transistor pegado a la oreja. Los más modernos utilizaron sus móviles para asomarse a Internet y mantener la esperanza del triunfo mientras caminaban con paso firme.

Susurros que preguntaban por el resultado del partido mientras en las terrazas se escuchaban gritos de algún casi gol se mezclaban con el silencio del recorrido, que ayer se presentó más corto que de costumbre. Los cofrades y costaleros eran, sin embargo, más numerosos -hasta setenta-, así como los donativos que este año aportaron los fieles para la celebración religiosa. Es esta la procesión que a más fieles congrega en Santa Uxía, y por eso ni los regates de Messi ni las paradas de Casillas consiguieron dejar en casa a los vecinos que con fervor la siguen cada año.

Con la tele y desde el balcón

Desde casa, mando en mano y asomados al balcón, también presenciaron los ribeirenses la imagen del Paso. Las miradas se escapaban desde allí al televisor cuando parecía que el encuentro daba un giro. Por el Malecón, muchos de los hinchas que veían el fútbol en las cafeterías salieron a rendir devoción a la tradición cristiana. Por el resto de las calles, ni un alma. Los que no estaban en la procesión estaban con el corazón en un puño viendo el partido. Solo algún niño correteaba por las plazas con la camiseta de su equipo.

Fin de la procesión y fin del partido, las calles acogieron entonces la celebración de unos y la desolación de otros futboleros. Todos se acompañaron. Es Semana Santa y los actos religiosos y paganos seguirán sucediéndose. Para el recuerdo un año más la imagen del Paso fue arropada por muchos. Ni un Madrid-Barça hizo que se lo perdieran. Eso sí, el partido estuvo en el ambiente.