Esa gran fiesta en honor de O Loreto

Javier Romero Doniz
Javier Romero NOIA/LA VOZ.

BARBANZA

El buen ambiente imperó en esta romería sonense que hace de su olor y sabor uno de sus mejores embrujos para seguir captando a cientos de fieles

10 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Fiesta rachada. Con olor y nombre propio. El primero lo pusieron las miles de sardinas que se asaron, y el segundo la virgen que da nombre a esta romería, Loreto, que ayer fue homenajeada por los cientos de vecinos y visitantes que no quisieron perderse esta jornada campestre en O Son.

La festividad local comenzó para los más tempraneros a las 8.00 horas, siendo centenares las personas que pasaron a lo largo de la mañana por la capilla. Mientras, en el campamento del Loreto, un hormiguero de personas desembarcaban en sus coches con las provisiones necesarias para que no faltase de nada. La hora del vermú fue una ocasión de confraternización, de compartir los buenos momentos que estos festejos conllevan, en la barra instalada para la ocasión. Mientras, en el mismo monte que se asoma a la ría noiesa, eran decenas las parcelas ocupadas por familias o grupos de amigos, siendo estos asentamientos de lo más variopintos.

Los había tradicionales, con mesa y sillas, cubiertos por una carpa para evitar el sol, que brilló durante todo el día. Otros, se decantaron por las lonas para ponerse cómodos, siendo el repertorio de empanadas, pinchos y postres que se exponían de lo más suculento y variado.

2.500 raciones

En números, la romería se resume en 2.500 raciones de sardinas, que fueron acompañadas de 400 litros de vino blanco. Una de las imágenes de la jornada es sin duda el asado de este producto autóctono, por el que el público esperó pacientemente para obtener su ración. Otros, se decantaron por la barbacoa, siendo el pollo, la ternera o el cerdo las materias primas que sudaban sobre las brasas. Con el postre y los licores, el sopor y las horas comenzaron a pesar para algunos, que aprovecharon las zonas más mullidas de este espacio natural para descansar. Algo que hacían mientras a su alrededor la música, el baile y la alegría tanto de niños como de mayores aportaba más vida que nunca a una festividad que los más devotos, seguro, ya están esperando que se repita otro año más.