La Federación Ecoloxista Galega certifica que Servia es la empresa que mejor gestiona los residuos

Vanessa Lagares

BARBANZA

05 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La planta de compostaje de Servia, que se encarga de gestionar los residuos urbanos de los nueve concellos adheridos a la Mancomunidade Serra do Barbanza, lo tiene claro. Para no tener problemas con la recogida de basura, hay que apostar decididamente por las tres erres, es decir, por reciclar, reutilizar y reducir. De hecho, esta empresa no debe andar lejos de lograr ese objetivo. No en vano, la Federación Ecoloxista Galega certifica que se trata de la gestora de residuos que mejor recicla de todo Galicia.

Así, el citado documento asegura que la planta lousamiana recupera el 67,49% de los desechos que entran en sus instalaciones, lo que la sitúa a la cabeza de los métodos de tratamiento de gestión de desperdicios. Para descubrir los secretos de estos buenos datos, nada mejor que preguntarle a una técnico medioambiental de la empresa qué proceso siguen los restos desde que son depositados en el contenedor hasta que se convierten en compost o se envían a las plantas de reciclaje.

El principio

El pistoletazo de salida comienza con la recogida de los desperdicios Así, un camión bicompartimentado traslada la materia orgánica -restos de comida, pañales o plantas- y la inorgánica -plásticos, envases, loza, ropa o latas a la planta-. Una vez allí, es separada en dos montones. Por un lado, los plásticos y envases, que pasarán a la línea de selección, y por el otro los residuos de comida, con los que se hará compost.

Seis clases

Después de que las bolsas que contienen los plásticos pasen por una máquina que selecciona parte de los restos de comida que estas pueden contener, la materia inorgánica es enviada a una aparato de triaje, donde 14 personas, todas ellas mujeres, rodeadas de un pestilente olor -el mismo que inunda toda la planta- se encargan de separar los envases en función del material con el que estén fabricados.

Finalmente, se pueden ver seis montones diferentes: uno con bolsas, otro con el cartón que debido a una mala separación acabó en el contenedor amarillo y una tercera con botellas de refrescos y agua. Los siguientes espacios son para los envases de gel y lejía, los tetrabriks y la mezcla, a donde van a parar los objetos que no encajan en ninguno de los anteriores grupos.

Los elementos de los cinco primeros montones se empacan y se mandan fuera de Galicia para reciclarlos y reutilizar la materia prima que producen. El resto va al vertedero controlado que tiene la planta. Asimismo, una cinta separadora se encarga de seleccionar las latas, dividiéndolas en acero y aluminio. Al igual que el resto de envases, también se mandan a reciclar.

Con la materia inorgánica bajo control, todavía queda hacerse cargo de los restos de comida y plantas. Apilados en un habitáculo cerrado, son sometidos durante 15 días y de manera controlada por ordenador a un método de oxigenación y humedad. Luego, y a temperatura ambiente, se siguen mojando y removiendo durante cuatro meses más. Pasado este tiempo, el compost es pasado por dos cribas para separar los posibles restos de plástico que pueda tener. Y ya queda listo para abonar.

Proceso final

Pero esto no es todo. Así, con el fin de poner en práctica la reutilización y el reciclaje, la planta ubicada en Lousame utiliza agua de la lluvia para regar el futuro compost. Asimismo, recoge los líquidos que van produciéndose en el vertedero controlado que hay en la planta y los convierte, usando hueso de aceituna como combustible, en vapor de agua.