Llevaba más de media vida metido de lleno en la arena política y al borde de los 50 ha decidido dejarlo. Dice que se va por falta de tiempo, para dedicarse al tema agrícola y ganadero desde la cooperativa de Grille, su aldea natal, y de la cooperativa Feiraco, en la que desempeña un cargo de asesoramiento al socio.
Con tan solo 32 años y 289 votos fue alcalde de Mazaricos. Corría el año 1991 y por aquel entonces su caso saltó a todos los medios de comunicación por haber conseguido que los dos partidos mayoritarios le diesen su apoyo para ser investido alcalde. Jugó sus bazas como nadie y le salió de cine, convirtiéndose en la referencia del partido no solo en la comarca sino en buena parte de Galicia. Incluso se libró de una moción de censura que lejos de apartarle de la alcaldía le sirvió para conseguir cinco concejales más en las municipales de 1995.
El aumento fue espectacular, pero no suficiente para repetir como alcalde, viéndose obligado a pasar a los bancos de la oposición. Desde ahí plantó cara al actual regidor, vecino suyo y compañero desde la escuela, al que no logró despojar de sus holgadas mayorías absolutas. En las últimas elecciones fue de número dos de la lista del BNG, unos dicen que para optar a un sillón provincial y otros que como paso previo a su despedida de la política.
El viernes se consumó su despedida. Se limitó a decir: «Quero marchar como vin, sen meter moito ruído». Pero él sabe que no es cierto, sí que hizo ruido, todo el que pudo o le dejaron. «O importante é que falen de un aínda que sexa mal», dicen que repetía mucho en su etapa de alcalde. Su incalificable carácter y su fama de hombre laborioso lo acompañarán durante mucho tiempo.