La emisión de un gas irritante obligó a Ambar a desalojar su centro de Xarás

BARBANZA

28 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Media hora había transcurrido desde que el centro ocupacional que Ambar tiene en Xarás había abierto sus puertas cuando monitores y usuarios empezaron a sentirse indispuestos, eran las diez de la mañana. Unos tuvieron que dirigirse apresuradamente al baño para vomitar y otros comenzaron a sentir picores en la garganta y mareos. El olor que se expandía por las instalaciones, provocado por la emisión de un gas desde la red de alcantarillado público, era nauseabundo. Permanecer en los talleres era imposible y los responsables del centro, al que acuden personas con discapacidad, tomaron una determinación: desalojar a los 48 alumnos y trasladarlos a las dependencias que Ambar posee en Frións.

Posteriormente alertaron al Seprona y al Ayuntamiento, que envió al lugar a bomberos, integrantes del Grumir y al técnico responsable de Medio Ambiente. Incluso se personó un agente de la policía nacional. Durante más de cinco horas, los profesionales recorrieron el polígono de Xarás intentando determinar, sin éxito, el origen y la causa de la emisión.

Los bomberos midieron los gases, metanos, monóxidos y sulfhídricos, en cada una de las tapas de registro de la calle. La conclusión fue clara: en determinados puntos, algunos próximos a la sede de Ambar, los indicadores detectaron concentraciones de ácido sulfhídrico sensiblemente superiores a los mínimos permitidos. Por este motivo se recomendó a los responsables de Ambar que nadie regresase a las instalaciones y que estas permanecieran ventilándose durante toda la jornada.

Tanto el jefe del destacamento de bomberos como el técnico municipal de Medio Ambiente indicaron que el ácido sulfhídrico está presente de forma habitual en la red de alcantarillado y que el problema surge cuando los niveles suben, como sucedió ayer.

Lo que no han logrado establecerse son las causas que provocaron esta situación y hoy se analizarán las muestras tomadas y se continuará con la investigación.

Unidad médica

Alarmados por los efectos que la inhalación del gas hubiese podido tener en los asistentes a los talleres, Ambar alertó a una ambulancia medicalizada, aunque su intervención no fue necesaria.

Tanto la presidenta de la entidad, Milagros Rey, como el directivo Toño Nóvoa expresaron su preocupación porque, según dijeron, hace unos seis años que soportan el problema de malos olores en su taller ocupacional. Aunque nunca se había dado una situación como la vivida ayer, ambos indicaron que ya no es la primera vez que, debido al irrespirable ambiente, sacan a los chavales a la calle para realizar actividades al aire libre para alejarlos del recinto.

Nóvoa explicó que en el mandato anterior hablaron con un ex concejal y se les prometió la instalación de un sifón y que, incluso, acudió un fontanero, quien comprobó que el problema no estaba en las tuberías del centro. Finalmente, el sifón nunca llegó a ponerse.

Milagros Rey y Toño Nóvoa manifestaron: «No se sabe si lo que respiramos es muy tóxico o no. No sabemos lo que circula por las cañerías». Ambos responsables comentaron que es necesario saber de dónde proceden las emisiones que causan el hedor y buscar una solución definitiva.

Los dirigentes de Ambar comentan que sus instalaciones han sido revisadas y que el problema no se produce en el interior del recinto. De hecho, las mediciones efectuadas ayer por los bomberos pusieron de manifiesto que había niveles muy bajos de gas en la propia sede de Ambar, a diferencia de lo que ocurría en las proximidades.