La Voz de Galicia

Tiempo límite ante el fuego: 4 horas

Pontevedra ciudad

López Penide Pontevedra / agencia

La Unidad Militar de Emergencias tiene desplazado un destacamento de 25 soldados

02 Aug 2017. Actualizado a las 12:54 h.

Pertenecen a la unidad de élite del Ejército cuando de emergencias se trata. Como en veranos anteriores, y coincidiendo con la campaña estival de mayor riesgo de incendios forestales, la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha desplazado desde su base de operaciones en León hasta Pontevedra a un destacamento de veinticinco soldados a cuyo frente se encuentra el teniente Rubén Darío Fernández Marcos.

Este despliegue responde a su propia razón de ser, al hecho de que la unidad dispone de un plazo de cuatro horas desde que es activada por una emergencia hasta que se despliega en la zona de operaciones y comienza a intervenir. De este modo, ya en su día se vio que era imposible que en ese tiempo un convoy militar -la velocidad máxima a la que pueden circular es de 80 kilómetros por hora- pudiese dar respuesta a un incendio en Galicia partiendo desde localidad leonesa de El Ferral del Bernesga.

Este verano, los incendios parecen haber dado una cierta tregua en la comarca de Pontevedra a la UME, lo que no implica que los militares bajen la guardia. De este modo, realizan un adiestramiento continuo para estar preparados ante cualquier posible contingencia que pudiese surgir, ya que son conscientes de que las circunstancias pueden dar un giro de 180 grados de un día para otro.

Normalmente, el destacamento lleva a cabo una serie de ejercicios en el propio campo de adiestramiento de la Brilat, en cuya base están acuartelados, o en su entorno. Allí simulan desde cómo atacar directamente un fuego hasta cómo utilizar las autobombas para proteger puntos sensibles, sin olvidar el empleo de batelumes y otros equipamientos de uso individual por parte de los militares.

Rondan las once de la mañana y las sirenas de una de las tres motobombas desplazadas por la UME a Pontevedra rompe el silencio del lago Castiñeiras. En cuestión de unos segundos, el retén se apea del vehículo y se prepara para hacer frente a las ficticias llamas. A medida que los soldados se adentran en la maleza, nuevos tramos de manguera se van añadiendo hasta que, en un momento dado, se da por controlado el fuego. Los militares desandan el camino y, al tiempo que refrigeran la zona afectada, van separando los distintos tramos de manguera que habían incorporado a la inicial.

En este punto, el teniente Marcos destaca que, en su día a día en la base de León, no son tan habituales los adiestramientos por incendio como lo pueden ser por inundaciones, terremotos u otros desastres. La explicación es que, a lo largo del año, tienen que actuar en tantos fuegos que ya les sirve de recordatorio continuo de cómo deben intervenir.


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